Golden Green - Greening Gold

FRITZIA IRÍZAR

23.09.16 - 12.11.16

El performance se llevará a cabo de 11am a 3pm:
1 de octubre
15 de octubre
29 de octubre
12 de noviembre

“We sit starving amidst our gold…" William Morris, The Socialist Ideal: Art, 1891

I. Gold
En la isla de Utopía, imaginada en el siglo XVI por Tomás Moro como sociedad perfecta, el oro es utilizado exclusivamente para identificar esclavos y fabricar juguetes, pues sus ficticios habitantes valoran sólo lo imprescindible para vivir, como el hierro, y no lo inútil, como los ‘metales preciosos’. Nada más alejado de la isla — y de la utopía — que la pretensión de restablecer una economía respaldada por un destello, bajo la guía de potencias extranjeras. En una especie de regresión decimonónica, la humanidad se ha contagiado una vez más de la fiebre del oro sin pensar en sus causas ni efectos. Frente a esto, sólo se evidencia, por un lado, el absurdo de una riqueza basada en la explotación minera y, por el otro, la certeza de la destrucción que causa a su paso, orillando a adoptar un punto de vista sombrío acerca del mundo. Como un alquimista desesperado, en busca de transmutaciones fortuitas que son, en esencia, imposibles, el ser humano parece confiar en la ilusión del oro.

II. Green
La naturaleza, mucho más consciente del sinsentido, sabe que algo no está bien pues oculta el oro tanto como puede; lo entierra y lo confunde. Sin embargo las técnicas, los procesos y los métodos con los que se extrae el mineral anuncian la prepotencia de la modernidad, la desmesura de una actividad que suprime el ecosistema y antepone los vacíos que sustentan las exigencias del mercado capitalista, junto a sus políticas neoliberales. La extracción apunta al aniquilamiento del territorio y sus comunidades — sin interactuar con ellas, sin considerarlas — , pues, enfermos de esta fiebre, el más grande síntoma es el olvido del mundo. ‘Vanitas vanitatum omnia vanitas’, lo irracional se hace tangible ante lo que reza Eclesiastés, pues el oro responde mayormente a una función ornamental que constata de modo tan rotundo, como velado, la inutilidad de los placeres mundanos: ¿por qué el oro no pierde su valor — construido, exacerbado — y la naturaleza sí?

III. Greening Gold
Siguiendo el destino del fracaso alquímico, que intenta aleaciones, separaciones y combinaciones que no logran ninguna transmutación, “Golden Green - Greening Gold” es una empresa transnacional que, bajo la fachada de una organización, clasifica y ordena el oro a fin de aparentar que la extracción es un proceso lógico, sustentable y verde. En realidad, sólo revela las formas en las que la ciencia y la burocracia sostienen este procedimiento, enmascarando daños permanentes en forma de beneficios económicos. La anestesia colectiva que el disfraz del orden, la taxonomía, la categoría y el trámite producen, además de legitimar lo irracional, también oculta el problema y, más que el problema, el vacío que lo sustenta. Como confiando ciegamente en la magia de la alquimia, México firma tratados siguiendo políticas extranjeras, sin cuestionarlas, que permiten la explotación de los recursos a fin de obtener algo que, si bien es oro, no siempre brilla. Siguiendo los mitos de progreso norteamericano, y aceptando nuestra posición como cultura colonizada, se acuerdan convenios de los que no se sabe nada — o no se entiende nada — pues el lenguaje de la sociedad a la que se imita parecer ser más bien inaccesible. Y después del consentimiento que se otorga, queda el fetiche: “Golden Green - Greening Gold” utiliza un aspersor de agua como símbolo colonial y aspiracional que busca emular a otros países. De manera artificial, ayuda al surgimiento de jardines — pequeñas heterotopías que imitan la naturaleza, pero que sólo develan el simulacro — e indica lo irracional de pretender encapsular lo verde para, simultáneamente, trazar la inconsciencia de un olvido social.

IV. Golden Green
Asegurando la inmortalidad sin haber conseguido la piedra filosofal, sólo queda la modalidad de lo irreversible, lo irrevocable, e irreparable; aquello que ya no se puede detener, ni corregir, ni perdonar y que se sustenta en el sinsentido, llevando a aceptar que estos absurdos, cimientos de nuestras construcciones, han llegado para quedarse: hacer ‘verde’ lo dorado, hacer ‘dorado’ lo verde. Este intento sólo anuncia la ausencia de complicidad con un mundo en donde los colores han perdido ya sentido.

Helena Lugo